Friday, October 21, 2011

Colegios de hambre

Hemos ido a los colegios públicos de la zona. Hemos visitado tres o cuatro. Ni me acuerdo porque son todos tan míseros y tan desmantelados que parecen iguales. Íbamos a buscar a niños con posibilidad de ser seropositivos. Recogemos a las madres, sacamos a los niños por un rato y allí en medio del campo se les hace la prueba. De momento tengo que decir con mucho alivio que todos dieron todos negativos. Menos mal, pues no se si habríamos aguantado la cara del niño o de la madre al recibir la notica de que su hijo también estaba infectado.Regresamos al colegio, entregamos al niño para que siga con los estudios y visitamos el centro. No hacia falta casi ni bajarse del coche. Son tan pequeños que desde fuera ya los conoces. Mientras, los niños se amontona en las puertas y ventanas. Para ellos somos unos bichos raros, les encanta saludarnos y, si sacamos la cámara, se nos tiran en picado.Continuamos con nuestro tour académico. Visitamos al director que nos saluda encantado. Intenta esbozar una sonrisa pero la piel de la cara ya no se le estira. Está tan famélico que da pena hasta mirarlo. Nos comenta sus problemas que no son los suyos, sino los de “sus niños". No tiene que comer y así no hay quien estudie. El colegio es público, pero tienen que pagar. No mucho, pero sí lo suficiente para que otros muchos no se lo puedan permitir. Como es de esperar, la comida no esta incluida. Unicamente los más afortunados la traen de casa. Los demás solo miran, lo que en este caso puede que sea hasta una ventaja. Solo pensar lo que se puede llevar en esas botellas recicladas, con esos olores apestosos, en bolsas raidas, con esas manos tan sucias y con estas temperaturas tan altas… Seguro que nada apetitoso. Está claro que aquí lo que NO mata, tampoco engorda.Para terminar el tour educativo nos llevan a ver a la autoridad local. La asociación Nyumbani acude con frecuencia para insistir en la necesidad de alimentar a los niños en los colegios, o al menos para que dedicar un capítulo de financiación de comida a los niños seropositivos. Ellos no pueden vivir sin la medicación y esta no puede ser suministrada sin una mínima alimentación. La “autoridad IN-competente” nos mira confundida. Quienes somos nosotros para pedir. Quien es el para conseguir. La burocracia es infernal, nos dice. Mas bien, la corrupción es criminal, pensamos. Kenia es uno de los mayores receptores de la ayuda internacional. ¿Dónde va el dinero? ¿Dónde están sus gobernantes para no saber que sus niños se están muriendo de hambre?